jueves, 9 de junio de 2016

EL COLECCIONISTA IMAGINARIO.- CARLOS MARZAL.





Buen día.

Hoy estoy por la labor de plantearme en este nuestro blog, como ya lo he hecho en un par de ocasiones, pues creo que la personalidad del escritor lo merece, y su obra otro tanto, el que sea CARLOS MARZAL, una de las voces mas brillantes de la poesía española actual, quien llene y digo bien, llene, con su voz este espacio.
Su obra poética se une a la colaboración, mediante deliciosos artículos, en revistas de divulgación de arte. Así como lectora asidua de sus publicaciones en Capital ARTE, Descubrir el Arte o Tendencias del Mercado del Arte, en las que la firma de Carlos Marzal es siempre una delicia, su lectura, me deviene obligada, por el simple hecho de echar una primera mirada a la edición.

Es así que hoy os dejo con esta maravillosa reflexión que nos hace CARLOS MARZAL, bajo el título "PARA MIRAR CON LUPA".
Os puedo asegurar que no quedaréis satisfechos con una única lectura, que serán varias, y en cada una de ellas, encontraréis elementos nuevos con los que disfrutar.

Dejo, por tanto, la palabra a este gran escritor y poeta que es CARLOS MARZAL.

"PARA MIRAR CON LUPA.

Todo es conforme y según, como dijo el poeta. Todo es cuestión de perspectiva, de distancia con respecto al objeto de nuestro interés, de ganas de medir, de ganas de tasar; y calcular, y tantear. Todo es cuestión de cómo nos pongamos de estrictos con el tamaño de las cosas. La discusión acerca de lo grande y lo pequeño, de lo macro y lo micro, constituye un asunto de capital importancia; es decir, uno de estos asuntos de capital importancia sobre los que terminamos por concluir, después de reflexionar con profundidad, que no poseen importancia ninguna, porque todo depende del color del crital con que se mire: el cristal de la lupa que utilicemos. Y del tamaño de la lupa, y del color del mango de la lupa, y de la importancia que asignemos a las lupas y a los trabalenguas protagonizados por las lupas.
Todos somos miniaturas. No hay más que leer un aforismo de Pascal y dejarse invadir el espíritu por aprensiones cósmicas, para darnos cuenta de nuestra pequeñez en proporción con las estrellas, y con los planetas, y con las nebulosas, y con toda esa orgía energética que parece que se lleva a cabo arriba, a espaldas nuestras.
Todos somos miniaturistas, y no debido al hecho de estar compuestos por innumerables elementos microscópicos, sino por la evidencia de que hemos procedido a miniaturizar los hechos de nuestra vida, para poder llevarlos con nosotros y que no nos abarroten el organismo. De ahí que transportemos, en miniatura, universos dentro de la memoria, que es el museo de los prodigios privados, la sala donde caben, por solo mencionar unas cuantas piezas, la ciudad de Paris, al completo, con todas y cada una de las casas de todos y cada uno de sus habitantes, y todas y cada una de las cosas que hay en dichas casas, además, claro está, del río Sena, con sus buquinistas y el Louvre con su Victoria alada de Samotracia, y el bistrot Le Pantrouche, en la rue Victor Massé, con su risotto de trufas. Bien mirado -con la lupa sentimental de estar vivo-, en cualquier acontecimiento infinitésimo esta contenida nuestra entera existencia, y nuestra existencia se parece, más de lo que nos gusta reconocer, a esas piezas de los museos de miniaturas en donde se ha escrito la Biblia entera en un grano de arroz, o se ha pintado el Guernica en el ala de una mosca, o se ha encajado una caravana de camellos en el ojo de una aguja, o se ha modelado el Empire Sate Building en la punta de un tornillo.
Todos somos miniaturizables, los de la aparente insignificancia y los de la no menos aparente grandeza. Todos estamos minituarizados en vida, y pasaremos a formar parte de la miniatura cosmológica dentro de un tiempo, cuando nos ocurra ese fenómeno, también diminuto, si lo observamos con cierta perspectiva, que denominamos muerte. Si nos lo acercamos, todo crece; y si lo alejamos, todo se vuelve pequeño hasta desaparecer. Este es el llamado principio de miniaturización filosófica.
Me gustaría que el miniaturista encargado de mí fuera minucioso, e incluyese en mi obra mis sueños, y mis éxtasis de alegría, y mis mejores instantes, con todo el amor que siento hacía quienes más quiero, hacia las cosas, hacia el resto de las miniaturas que componen la escena del existir, esculpida en esa cabeza de alfiler que llamamos planeta tierra".



BUEN DÍA A TODOS

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Nota: Artículo publicado por Carlos Marzal, en su espacio "El coleccionista imaginario", bajo el título de "Para mirar con lupa", en la revista Capital ARTE, en su número Año 2, N14.


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