miércoles, 25 de enero de 2017

THOMAS COLE: LA COPA DEL GIGANTE.

Thomas Cole

Buen día.

Disfrutamos en este espacio de la presencia del pintor norteamericano THOMAS COLE, al que se considera fundador de la Escuela del Río Hudson, que se formó a raíz de la admiración de un grupo de paisajistas estadounidenses, cuyas obras destacan por sus paisajes de tono alegórico y romántico, consideradas como las más destacadas e importantes del país.

Cross at Sunset

An evening in Arcadia

Thomas Cole nació en Gran Bretaña y junto con su familia emigró a los EE.UU. contando diecisiete años. 
Sus inicios dentro del mundo de la pintura lo fueron como aprendiz de un pintor ambulante, y fue en 1823 cuando comenzó a recibir formación en la Pennsylvania Academy of the Fine Artes de Filadelfia.
Por motivos familiares, dos años más tarde, se trasladó junto con el resto de su familia a Nueva York, siendo fundamental el inicio de esta etapa de su vida en lo que sería su posterior obra, pues en el verano siguiente a su traslado a dicha ciudad llevó a cabo una singular y deliciosa excursión a las Catskill Mountains, así como por el río Hudson, de cuyo paisaje quedó totalmente enamorado.
Es por ello que las obras que son siguientes en el tiempo a esta etapa están basadas en apuntes que llevó a cabo del natural, y que le supusieron un gran éxito no solo de público, sino también de crítica. 

Acueducto cerca de Roma

The Oxbow

Expulsión: Luz y luna de fuego

No podemos hacer una comparación del reconocimiento del espíritu del arte simbolista que conoció Gran Bretaña con el que se vivió en los EE.UU., en el que no tuvo gran repercusión, si bien existió una corriente que se nutría de temas plenos de fantasía; en este aspecto Thomas Cole es un precursor de las ideas simbolistas materializadas en una obra que tenía un significado que se alejaba de la simple representación de la visión de la naturaleza, pues le vinculaba un transfondo moral y, a la vez, consideraba el nuevo continente como la "tierra prometida", para lo cual Cole se sirvió de paisajes del todo idealizados, muchos de ellos con reminiscencias de temas bíblicos.
En 1829, Cole se decide por visitar Gran Bretaña, Francia e Italia, lo que le lleva a la contemplación de las magníficas obras de maestros del paisajismo europeo, como John Constable, J.M.W. Turner, así como los grabados de John Marín y Claudio de Lorena. 
A su regreso a los EE.UU. tres años más tarde, Thomas Cole se estableció en Nueva York, donde se decidió por trabajar en un grupo de encargos, entre ellos, la serie El curso del imperio, de 1836.

El curso del imperio
 Estado salvaje

Estado pastoral

Consumación

Destrucción

Desolación

Con independencia de su obra pictórica, Cole también desarrolló su inspiración a través de la poesía y de los ensayos, como el denominado Essay on American Scenery, publicado en 1835, y en el que nos ofrecía su ideario de lo que eran sus planteamientos artísticos.
De Nueva York se trasladó a vivir a la que era su residencia de verano, en Catskill, y en 1840, a raíz de su conversión a la iglesia episcopaliana, la temática de su obra abundó más en el aspecto religioso.
Su fallecimiento tuvo lugar en 1848, siendo aún joven.



Una de sus obras más conocidas es una pequeña composición que obedece al nombre de La copa del gigante, un óleo sobre lienzo, con unas dimensiones de 49,2 x 41 cm, que podemos admirar en The Metropolitan Museum of New York, donado por Samuel P. Avery, Jr., en 1904.
En ella el espectador se asienta sobre una posición elevada, lo que le permite observar un bellísimo paisaje de montañas, altiplanos y bahías que se pierde hacia el infinito, no solo el fondo, sino incluso en los laterales del cuadro; una ciudad costera, a modo de pequeño hormiguero, queda cuasi escondida en el grandioso paisaje silvestre.
Si nos detenemos en lo que puede considerarse la estructura formal del cuadro, nos recuerda la tradición europea de finales de la Edad Media, la del paisaje universal; no obstante, como surgida mágicamente se alza una copa descomunal, tallada en piedra, cuyo fuste está formado por un gigantesco árbol primitivo y en los bordes tanto de la copa como del pie de la misma, observamos una vegetación abundante.


Fijándonos atentamente podemos apreciar en el interior de la copa en cuestión una serie de poblaciones antiguas, y en el agua que la rellena navegan barcos de vela de pequeñísimo tamaño.
En cierta medida la obra tiene un señalado matiz mitológico, pues nos recuerda la era de los titanes quienes, según la mitología griega, fueron pobladores de la Tierra antes de que ésta lo fuera por parte de los humanos y de los dioses.



Una deliciosa obra que merece un cuidadoso examen por parte del público que queda maravillosamente impresionado, no solo por el detalle del paisaje en sí, sino por la temática mitológica a la que hace referencia, del todo inusual.

BUEN DÍA A TODOS

PURA KASTIGÁ

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Directorio Hispano de las Artes


Fuentes: Museo Thyssen-Bornesmisza.
Wikipedia.
Simbolismo. Taschen


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